1 de julio de 2017

Pedir perdón no es suficiente

Los días avanzan sin muchas novedades para compartir en el blog (aunque sí a nivel personal).
La falta de conexión a internet hace que dediquemos el tiempo a otro tipo de cosas.

Las salidas al parque por las tardes se han convertido en una rutina que le está dando a B mucha soltura con el idioma y con sus destrezas físicas, además de otros aprendizajes, aprendizajes de la vida.

El otro día tuvimos un "percance" en el parque: un niño llorando porque alguien le había pegado, una niña delatora que señalaba a B como culpable, varios niños que aseguraban que él no había sido y una madre nerviosa y enfadada que buscaba al causante de las lágrimas de su hijo.
B confesó que había sido él, pero aseguraba que fue sin querer, un accidente, no lo había hecho a propósito... Pidió perdón.
Pero la madre, ofendida, me dijo que eso no bastaba, que pedir perdón no era suficiente.
Supongo que esperaba que yo le diese algún azote a mi hijo y como no lo hice se marchó de allí deseándonos que a mi hijo le ocurriese algo malo.

A pesar de todo puedo ponerme en el lugar de esa madre y reconocer ese sentimiento que tenemos tantas veces las personas cuando alguien nos hace daño. Desear que el otro sufra y llore aunque su dolor no disminuya ni un poquito el nuestro.
Puede que lo veamos como una forma de buscar justicia y creamos que así nuestro disgusto será más llevadero.

Mientras redacto mentalmente esta entrada una fila de coches circula lentamente camino del cementerio, acompañando a un hombre a su próximo destino en el fondo de la tierra.
Creo que pensamos demasiado poco en la muerte, a la que todos llegaremos. Si pensásemos más en ella cambiaría nuestra perspectiva sobre muchas cosas.



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