En general, cuando comenzamos con la educación en casa y nos ponemos a planear actividades y currículos, una de las cosas que solemos introducir son los experimentos científicos.
Está claro que la ciencia se comprende mejor si podemos tener experiencias sobre cada tema, observar y sacar conclusiones.
Cuando los niños son pequeños, son sobretodo experiencias sensoriales con colores, sonidos y texturas. Y según van creciendo ya vamos tocando los temas que suelen aparecer en los libros.
Desde hace más de un año B y yo hacemos experimentos de manera programada. Él lo pidió.
Hemos estado siguiendo algunos libros de ciencias y haciendo las actividades propuestas, básicamente cosas de química y física sencillas.
Pero la cosa se ha complicado desde que pasamos al libro de tecnología.
La idea para trabajar con este libro era ir leyendo cada tema, ampliar con otras lecturas o vídeos y realizar algún experimento relacionado.
Tengo que confesar que el asunto de los experimentos de tecnología me sobrepasa.
Nada que ver con las mezclas de sustancias, los volcanes de vinagre y bicarbonato o la leche y los colorantes...
Últimamente llevamos varios intentos fallidos. Cosas que parecen fáciles en los vídeos de tutoriales, pero que a nosotros no nos salen o mecanismos para los que se necesita material que no tenemos.
Aparte de que no somos muy habilidosos para ciertas manualidades y cuando intentamos reproducir lo que queda chulísimo en las fotos de otros... a nosotros nos sale un "churro".
Así es que llega el momento de ser realistas y no complicarnos la vida en exceso.
El día semanal de tecnología queda así:
- Leemos el capítulo correspondiente
- Vemos algún vídeo educativo sobre cómo funciona el aparato en cuestión
- Aprovechando que suelen nombrar al inventor, investigamos un poco sobre él
- Y si realmente está en nuestro nivel y posibilidades, intentamos algún experimento sencillo. Si de entrada lo vemos complicado... a otra cosa.
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