Aprendemos en los libros y documentales sobre cosas, lugares y animales que quedan muy lejos de nosotros. Y está bien.
Pero lo que hay a nuestro lado nos brinda oportunidades de aprender en primera persona, estando allí y mirando con nuestros ojos.
Lo que hoy quiero proponer es aprovechar todos los recursos que tenemos cerca y que, con poco que pensemos, seguro que son muchos.
El domingo B salió con su padre, subieron a la zona alta del pueblo donde vivimos, ya en el campo. Allí hay instalados generadores de energía eólica (conocidos como molinos de viento, aunque ya no muelen nada) que vemos continuamente como parte del paisaje.
B tuvo la oportunidad de estar justo al lado y comprobar su enorme tamaño. Fue una buena ocasión para aprender cómo funcionan y de qué manera producen energía eléctrica.
Desde esa parte tan alta había una visión muy completa del entorno.
A un lado, los restos del castillo. Otra oportunidad para conocer un poco de nuestra historia, por qué habrían construído justo ahí el castillo, qué pasaba en España en aquella época, quiénes lo construyeron y que pasó con ellos...
Por el otro lado se podía ver dónde estaba originalmente el pueblo y, nuevamente, otra charla explicando que todo se había trasladado de lugar unos cuantos kilómetros.
Yo esperaba en casa y B volvió muy ilusionado, contando todo lo que había visto y aprendido sin necesidad de ir muy lejos.
Seguro que hay más cosas: las plantas y animales propios de la zona, los tipos de cultivo, los nombres de las calles, los pueblos cercanos, los apellidos que se repiten tanto entre nuestros vecinos... Y tantas cosas.
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