Al final de uno de los cuentos que hemos leído sobre los fenómenos atmosféricos, nos proponen un experimento para ver las diferencias entre la escarcha y el rocío: congelar varias hojas y observar después qué ocurre.
Mi hijo y yo ya habíamos estado leyendo sobre la escarcha y el rocío. Él ya sabe en qué consiste cada uno. Y alguna fría mañana que hemos madrugado ha podido ver la verdadera escarcha. Pero el rocío no lo ha visto todavía.
El experimento consiste en congelar las hojas y luego sacarlas del congelador para observar lo que va ocurriendo.
Al principio, las hojas congeladas simulan la escarcha.
Y según se va derritiendo el hielo, el agua líquida que va apareciendo en las hojas se asemejaría al rocío.
No sé si en la foto se aprecia bien. Donde señala la flecha está el agua líquida sobre la hoja.
Como experiencia de observación está bien, pero los dos fenómenos se aprecian mejor en la realidad (siempre que haya la posibilidad de poder verlos). Sobretodo el rocío, que en nuestras hojas no se ha visto en forma de gotas de agua, sino sólo como una superficie mojada.
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