Hace un par de veranos le compré a B unos cuadernillos de sumas y restas con llevada.
Ya sabéis, de esos que hay un montón de cuentas para resolver en cada página.
Los cuadernillos siguen ahí, ya imaginaréis que nunca los terminó. Normal, menudo tostón...
Mi intención al comprarlos fue que practicara con esas operaciones que estaba comenzando a aprender para que cogiera soltura con ellas.
Pero claro, para él no tenía sentido porque no había una necesidad real de resolver toda esa retahíla de cuentas. ¿Para qué? ¿Por qué?
Tiempo después, con uno de sus juegos de la tablet, me decía emocionado cosas de este estilo:
... mira mamá, tengo 40 puntos y necesito llegar a 100 para poder cambiar el escenario, me faltan 60.
... mira mamá, si consigo esta misión el premio es tener el doble de puntos, entonces en vez de 100 tendré 200.
¿Cuál era la diferencia?
Que ahora sí tenía un sentido para él hacer esos cálculos. Tenía la necesidad de hacerlo para seguir avanzando niveles en ese juego que le gustaba tanto.
Para aprender, o al menos para aprender con ganas y buen ánimo, hay que tener la necesidad de adquirir ese aprendizaje.
Puede ser una necesidad práctica para resolver una situación real importante o puede ser la necesidad interior de saber más sobre las cosas que nos interesan.
Y aquí entra nuestra labor para crear esa necesidad o para no cortarla cuando sale del propio niño/a.
Hay veces (al menos a mí me pasa) que decidimos que el niño tiene que aprender algo porque es imprescindible para poder desenvolverse en el mundo en el que vive.
En este caso tendremos motivos para pensar así y si es algo que al niño no le gusta demasiado, esos motivos nos ayudarán a convencerle creando una necesidad.
Lo primero será pensar si esos motivos existen. Porque si hacemos un examen interior sincero y resulta que no los encontramos... entonces seremos nosotras las que tendremos que cambiar algo.
Os pongo el ejemplo de escribir.
Si yo le propongo a mi hijo una copia o un dictado (y hubo temporadas en que lo hice) su respuesta será: puufff.
No le gusta.
Pero yo veo importante que sepa escribir bien.
Puedo crearle la necesidad proponiéndole escribir cartas a la familia, crear su propio blog, elaborar tarjetas de felicitación cuando lleguen nuestras fiestas, escribir un diario, apuntarse a un club de algo que le guste y que tenga un foro para comunicarse con otros miembros... seguro que saldrían más ideas.
Y en ese punto ya es muy fácil que se dé cuenta de la importancia de tener una buena letra (o al menos legible) y escribir correctamente sabiendo expresar lo que quiere decir. Porque si no cumple con esto los demás no podrán entenderle.
¿Y qué ocurre cuando la necesidad de aprender algo viene del propio niño?
Nunca cortemos esa necesidad.
Nunca pensemos que es menos importante que otras tareas y ya se dedicará a ello después, si es que le sobra tiempo.
Nunca digamos que no porque es una tontería o es raro o no es lo que los otros niños quieren aprender.
Nuestros niños son únicos y sus aprendizajes también.
Muy buenas reflexiones, yo también me he hecho a veces las mismas preguntas.
ResponderEliminarEsos cuadernillos de cuentas son mi pesadilla ¡Qué horror!
Mi niña, la melliza, ama escribir. Todas las tardes escribe un cuento (de varias hojas) con sus ilustraciones y todo. Lo que ocurre es que se emociona tanto con la historia y se deja llevar por su gran imaginación y el texto está lleno de faltas de ortografía. Al principio cuando me lo enseñaba le iba diciendo que corrigiera algunas pero notaba como su cara cambiaba, se borraba de repente el entusiasmo y lo hacía por obligación y medio enfadada. Al final decidí no corregir de momento (al fin y al cabo la ortografía en algo creado que irá aprendiendo con el tiempo, aún tiene 7 años). Así que ahora lo hago poco a poco, por ejemplo: detrás de un punto siempre mayúscula y así lo acepta con más agrado.
Un abrazo Maribel.
Qué bonita la afición de tu niña.
EliminarYo también comencé a escribir muy pequeña.
Me parece muy bien que de momento pases por alto las faltas de ortografía (y eso que es algo a lo que yo doy mucha importancia) porque afectarían a la creatividad. Es como cuando mi niño se pone a dibujar y colroea fuera de los bordes o dibuja algo mal, si me pusiera a corregirle mataría su creatividad.
Cuando ella sienta la necesidad de mostrárselo a los demás quizá comprenda la importancia de ciertas normas para que los demás puedan comprender mejor. Pero seguramente eso vendrá mucho después.
Un beso.
Yo también le doy mucha importancia a la ortografía, me horroriza cuando veo cosas mal escritas, pero en este caso creo que es más importante no arruinar su afición a causa de reglas ortográficas.
EliminarEstoy de acuerdo.
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