El otro día estuvimos haciendo matemáticas con el catálogo de productos de una papelería.
Los productos tenían un precio por unidad si los comprabas sueltos y otro precio más bajo por unidad si los comprabas en lotes.
B eligió algunos productos y creó una tabla de datos para hacer comparaciones y sacar conclusiones.
Estuvo calculando cuánto nos ahorramos si en vez de comprar las cosas de una en una las compramos en paquetes de varias unidades y cuánto tendríamos que pagar finalmente si decidimos comprar los lotes.
Después de esto, le pregunté su opinión sobre la conveniencia o no de comprar al por mayor.
En principio parece que es conveniente porque hay un ahorro en el precio que pagamos por cada artículo, pero... ¿siempre nos conviene?
¿Qué pasa si yo no necesito tantos artículos iguales?
Si compro un lote y dejo almacenado lo que no necesito ahora, ¿tardaré un tiempo razonable en usarlo todo o quedará guardado por meses o incluso años?
Si guardo lo que no necesito, pero lo usaré en las próximas semanas ¿me saldrá rentable?
¿Los artículos que de momento quedan almacenados son perecederos? ¿Se estropearán con el paso del tiempo?
¿Tengo un lugar donde guardar esas cosas?
Fue un planteamiento muy interesante y estuvimos viendo varias posibilidades.
B llegó a la conclusión de que, a pesar del aparente ahorro, no siempre nos conviene comprar por lotes. Muchas veces sí, pero no siempre. Hay que tener en cuenta también otros factores.
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