La verdad es que no me resulta fácil de aceptar cuando B decide que ya no quiere continuar con un trabajo porque ha dejado de interesarle y quiere darlo por finalizado aunque esté sin acabar.
El proyecto de la pizzería, con sus buenas ideas, ya se ha acabado.
B me dijo ayer que no quería seguir más, que las cosas que necesitaba hacer o saber ya las ha hecho y que el resto del plan ya no le interesa.
Yo le doy mucha importancia al compromiso con uno mismo y a ser responsable con lo que se ha decidido. Pero también es cierto que todo el mundo es libre de cambiar de opinión y que el aprendizaje por la fuerza no tiene ningún sentido.
¿Cómo encontrar un punto medio aceptable entre todo esto?
He llegado a la conclusión de que es un trabajo personal mío, ya que si yo le di la libertad de elegir en sus proyectos, en los temas, en las actividades a desarrollar, en el tiempo dedicado... entonces tengo que aceptar esa libertad también de poder expresar que un tema en concreto ya no le interesa más y no quiere dedicarle más tiempo.
Así es que eso he hecho: aceptarlo.
Más que pensar en lo que dijo que iba a hacer y no hizo, me quedo con todas las cosas que sí hizo en este proyecto: aprendió a trabajar de manera básica con una hoja de cálculo, practicó el trabajo con un programa de texto, utilizó mucho el inglés a la hora de diseñar sus actividades, hizo cálculos y presupuestos, buscó información comercial de la vida real para aplicarla a su proyecto, diseñó un logo e inventó un eslogan, hizo un folleto publicitario, grabó un vídeo tipo anuncio de la tele y lo editó añadiendo efectos, diseñó un formulario de solicitud de empleo... En general, ha sido un trabajo muy completo incluso aunque muchas cosas de la lluvia de ideas se hayan quedado sólo sobre el papel.
Ya ha elegido su nuevo proyecto, espero compartirlo pronto.
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