Libro de lectura de mi hijo |
La huella dejada por la lengua árabe en el castellano, sólo superada por el latín,
es uno de los principales legados de la civilización de al-Ándalus.
En castellano hay más de tres mil palabras de procedencia árabe (incluyendo
topónimos), muchas de las cuales son todavía hoy de uso corriente.
Era notable el amor de los hispanomusulmanes por su lengua, reflejado en poemas
y narraciones de gran belleza.
(Así viviernon en al-Ándalus, de Jesús Greus)
En casa lo sabemos muy bien, en muchas conversaciones vemos cómo coinciden palabras en ambos idiomas. A veces exactamente iguales y a veces con pequeñas diferencias en la pronunciación.
Estamos acostumbrados a que casi todas las palabras que en castellano empiezan por "al" vienen del árabe (donde "al" es el artículo; al-fil: el elefante).
Y al escuchar hablar a las mujeres árabes en sus conversaciones domésticas podréis distinguir fácilmente almohada, alfiler, azúcar, arroz, aceite...
Algunas palabras, curiosamente, han quedado asimiladas en el castellano con significados diferentes (como nuestro albaricoque, que viene de al-barquq y en árabe es ciruela).
Otras tienen un origen que en sí mismo es una historia. Como la palabra azar, que viene del árabe az-zahra y pasó al castellano como azahar, la flor del naranjo. En árabe, az-zahra hace referencia a todas las flores en general y se cuenta que antiguamente los dados tenían una flor dibujada en la cara del 1, de esa forma los juegos de dados comenzaron a llamarse "juegos de az-zahra o de azahar" y por extensión llegamos a lo que actualmente conocemos como "juegos de azar".
También hemos tenido anécdotas en casa, como cuando un día algo se me estaba haciendo pesado de escuchar y comenté "¡vaya matraca!" y mi marido me aclaró que en árabe matraqa es el martillo (qué curioso ¿verdad?).
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