En una entrada anterior os comenté que seguramente volvería a referirme al Boletín Paideia en Familia varias veces más porque me había inspirado en algunas cuestiones para escribir sobre mi experiencia o impresiones.
Una de esas cuestiones es la necesidad de formar parte de algún grupo de familias homeschoolers.
En una de las secciones del boletín, Paloma contesta a la pregunta de otra madre acerca de la conveniencia de encontrar otras familias que educan en casa para participar en encuentros y actividades compartidas.
No voy a contestar aquí a esa pregunta porque ya lo hace Paloma muy bien en su libro (os remito a él para leerlo), pero sí quiero contar mi propia vivencia sobre ello.
Lo primero, deciros que no pertenezco a ninguno de esos grupos, que nunca he participado en ninguno y que nunca he tenido alguno cerca (ni siquiera familias homeschoolers, que yo sepa).
Sí que ha habido momentos en los que he sentido la necesidad de integrarme en algún grupo ya organizado, por dos motivos.
Sólo tengo un hijo que no tiene cerca otros niños no escolarizados.
Él a veces me ha preguntado y yo he creído entender que a lo mejor necesitaba a esos otros como referencia para no sentirse raro.
Actualmente B ya sabe de otros niños como él por los blogs que seguimos, vídeos de youtube, redes sociales... Sabe que no es el único y eso ya es suficiente.
El otro motivo es que yo a veces veía en internet encuentros de familias que habían ido a visitar tal fábrica, habían hecho tal taller, habían ido a una exposición o habían participado juntos en algún evento... y a mí me parecía que nos estábamos perdiendo mucho.
Ahora ya sé que se pueden hacer cosas en grupo (aunque no sean familias homeschoolers) sólo dedicando algo de tiempo a buscar información sobre actividades variadas.
Pero lo cierto es que sí hubo un tiempo en que yo sentía la necesidad de integrarme en uno de esos grupos de familias.
Mi marido, sin embargo, no opinaba como yo.
Para él era algo demasiado forzado. Le parecía que las relaciones entre las personas tenían que surgir de una manera mucho más natural y que seguramente no íbamos a tener casi nada en común con esas otras familias (aparte de la circunstancia de educar en casa).
Aun así, yo un día me lancé y me puse en contacto con la responsable de un grupo que no estaba cerca, pero tampoco demasiado lejos. Quizá una vez al mes sí que podríamos quedar con ellos y participar en alguna actividad interesante.
Tardó bastante en responder y cuando lo hizo fue para decirme que el primer requisito era tener una especie de entrevista o charla conmigo para ver si yo iba a encajar en el grupo y luego pues ya veríamos si éramos admitidos o no.
A mí aquello me dejó bastante fría, la verdad, me sentí como si tuviera que pasar un proceso de selección.
No es ese el tipo de relación que yo me imaginaba ni lo que yo estaba buscando.
Entendí a mi marido cuando me decía que iba a ser algo forzado y artificial. Efectivamente, así lo vi.
Supongo que sus motivos tendrán para hacer esto, pero mi forma de entender las relaciones sociales es justo la contraria. Yo primero acojo y si más tarde surge algún conflicto o problema, pues entonces ya me planteo si a lo mejor no hay conexión o intereses afines con esa persona.
Bueno, al final no entramos en el grupo y así seguimos, por libre.
Sólo tengo un hijo que no tiene cerca otros niños no escolarizados.
Él a veces me ha preguntado y yo he creído entender que a lo mejor necesitaba a esos otros como referencia para no sentirse raro.
Actualmente B ya sabe de otros niños como él por los blogs que seguimos, vídeos de youtube, redes sociales... Sabe que no es el único y eso ya es suficiente.
El otro motivo es que yo a veces veía en internet encuentros de familias que habían ido a visitar tal fábrica, habían hecho tal taller, habían ido a una exposición o habían participado juntos en algún evento... y a mí me parecía que nos estábamos perdiendo mucho.
Ahora ya sé que se pueden hacer cosas en grupo (aunque no sean familias homeschoolers) sólo dedicando algo de tiempo a buscar información sobre actividades variadas.
Pero lo cierto es que sí hubo un tiempo en que yo sentía la necesidad de integrarme en uno de esos grupos de familias.
Mi marido, sin embargo, no opinaba como yo.
Para él era algo demasiado forzado. Le parecía que las relaciones entre las personas tenían que surgir de una manera mucho más natural y que seguramente no íbamos a tener casi nada en común con esas otras familias (aparte de la circunstancia de educar en casa).
Aun así, yo un día me lancé y me puse en contacto con la responsable de un grupo que no estaba cerca, pero tampoco demasiado lejos. Quizá una vez al mes sí que podríamos quedar con ellos y participar en alguna actividad interesante.
Tardó bastante en responder y cuando lo hizo fue para decirme que el primer requisito era tener una especie de entrevista o charla conmigo para ver si yo iba a encajar en el grupo y luego pues ya veríamos si éramos admitidos o no.
A mí aquello me dejó bastante fría, la verdad, me sentí como si tuviera que pasar un proceso de selección.
No es ese el tipo de relación que yo me imaginaba ni lo que yo estaba buscando.
Entendí a mi marido cuando me decía que iba a ser algo forzado y artificial. Efectivamente, así lo vi.
Supongo que sus motivos tendrán para hacer esto, pero mi forma de entender las relaciones sociales es justo la contraria. Yo primero acojo y si más tarde surge algún conflicto o problema, pues entonces ya me planteo si a lo mejor no hay conexión o intereses afines con esa persona.
Bueno, al final no entramos en el grupo y así seguimos, por libre.
Pobre...qué chasco te debiste llevar. Nosotros organizábamos hace años encuentros en Madrid y llegamos a juntarnos un montón de familias súper diferentes y la verdad es que guardo muy buenos recuerdos. Después fue sucediendo un poco lo que tú comentas: que lo único que nos unía era que educábamos en familia y nada más. En fin siento lo que te sucedió pero efectivamente tendrán sus razones, quizá han tenido algún problema en alguna ocasión.
ResponderEliminarUn beso.
Quiero creer que de haber hecho la entrevista sí que nos hubieran admitido, jeje Pero bueno, al final decidimos dejarlo.
EliminarEntiendo que detrás de estas cosas hay motivos, claro, pero yo me sentí rara, como si tuviera que pasar un examen.
A mi marido, en cambio, le sirvió para reafirmarse en su postura.
De momento nos va bien así.
Besos.