Cuando compré las regletas y se las enseñé a B lo hice como material matemático desde el principio.
No se las di en plan juego desestructurado. Él podía cogerlas para jugar, claro, pero ya sabía que cada una de ellas representaba un número y sabía cuales eran esos números.
Hace unos meses he podido ver la reacción de dos niños de 8 años al ver por primera vez las regletas, sin saber qué eran o si servían para algo en concreto.
Primero fue una niña que jugaba con mi hijo en su habitación. Ella iba mirando todos los juguetes, cogiendo los que más le gustaban, hasta que encontró las regletas en una bolsa. Supongo que pensó que eran un juguete más y enseguida se olvidó de todos los demás.
Entre todas las cosas para jugar, esa fue la que prefirió. Vació la bolsa y se puso a contruir con las regletas, completamente concentrada.
Después fue otro niño, en mi clase de español.
Estábamos aprendiendo los colores y puse las regletas sobre la mesa. Yo le pedía que cogiera la regleta del color que fuese, aleatoriamente porque lo que a mí me interesaba era ver si él había retenido el vocabulario en español. Él cogía del montón la regleta correspondiente y la iba dejando a su lado.
Y de pronto me di cuenta de que estaba colocandolas por orden ascendente al soltarlas. Para cada una buscaba su hueco entre las que ya había.
Nadie le había pedido que hiciera eso, se trataba solamente de aprender colores, pero él solo se había dado cuenta de que había una relación de magnitud entre ellas.
Yo había retirado las regletas del uno porque el color beige no le habíamos nombrado todavía, pero al ver lo que estaba haciendo le di una de ellas y, sin importarle ya cómo se llamaba ese color, la colocó muy contento la primera de todas.
Había completado su serie.
Sin duda son un material excelente, una de mis mejores compras.
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