(Entrada publicada anteriormente en mi otro blog)
Hace tiempo escribí sobre la importancia de reflexionar acerca de la
Creación de Allah y cómo esto se considera un acto de adoración (aquí).
Hoy escribo sobre la importancia de transmitir esto a nuestros hijos.
Cada día mi hijo y yo aprendemos juntos sobre multitud de cosas.
Su padre y yo somos los principales responsables de su educación y sobre ello tendremos que rendir cuentas.
Tengo por costumbre mencionar a Allah siempre que hay ocasión, en cada
tema estudiado y en cada actividad educativa que le propongo.
En los libros de texto no se suele mencionar a Dios, así es que soy yo
la que me conciencio de ello para tenerlo presente y no dejarlo pasar.
Mi hijo debe saber que es Allah Quien ha creado todo. Cada vez que en su
material de aprendizaje se dice "gracias al viento ocurre tal cosa...",
"gracias al sol...", "gracias a la naturaleza...", "gracias a la
vida...", yo puntualizo y él repite conmigo "GRACIAS A ALLAH".
Sobretodo en los temas de ciencias, es donde encontramos más ocasiones
para maravillarnos sobre el mundo y su funcionamiento. Todas esas leyes
que llaman de la naturaleza están dictadas por Allah, el Altísimo.
Por esto tengo la costumbre de incluir en los trabajos de mi hijo varias
ayas del Corán donde se mencionan los temas que estemos estudiando en
ese momento: la lluvia, el movimiento de los animales, las plantas, el
universo...
Para nosotros, el Islam y el conocimiento del mundo van unidos y no nos
avergonzamos de afirmar que existe un Creador cuya Obra nos sobrepasa ya
que nuestra comprensión es limitada. Al contrario, nos enorgullecemos
de ello y está entre mis labores más importantes transmitirlo así a mi
hijo.
Pasear por la vida observando todo lo que hay a nuestro alrededor, lo
más grande y lo más pequeño, lo cotidiano y lo extraordinario, y
recordar a Allah y Su Grandeza en cada cosa que vemos. Eso es de lo
mejor que podemos enseñar a nuestros hijos.
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