Lo que voy a escribir a continuación se refiere exclusivamente a mi hijo. Lo comparto por si a alguien le sirve, por si da ideas o por si alguien se anima a contar su experiencia y las cosas que les han funcionado.
En otros niños a lo mejor es diferente. Cada padre y madre son quienes mejor conocen a su hijo/a.
El curso pasado, en el colegio, varias veces a la semana tenía que escuchar que mi hijo estaba distraído casi todo el tiempo, que no prestaba atención, que estaba a lo suyo, que se distraía con cualquier cosa, que no se concentraba en lo que se estaba explicando...
Si un niño se distrae con tanta facilidad puede ser que se esté aburriendo soberanamente, que tenga algún problema en el control de su atención (en esto no voy a entrar, lo dejo en manos de los profesionales correspondientes o de las familias) o ambas cosas juntas.
La capacidad de atención de mi hijo funciona de una forma muy peculiar.
Se distrae con facilidad en aquello que no le interesa, pero al mismo tiempo puede mostrar una atención alta, exagerada incluso, por aquellas cosas que le importan mucho.
Por temporadas tiene un tema (o varios, pero pocos) al que dedica toda su concentración.
Pero para otras cosas es incapaz de mantener la atención durante más de X tiempo seguido. Y recalco lo de incapaz porque realmente lo percibimos así. Otras personas lo interpretan como mal comportamiento o actitud negativa. Nosotros, sus padres, sabemos que no es así.
Ahora que mi hijo aprende en casa, sus pérdidas de atención no han desaparecido. Siguen ahí.
Pero desde casa sí que podemos hacer ciertas cosas para hacerle frente:
Actividades de corta duración
Las tareas programadas están pensadas para que duren unos 20 minutos, 30 como mucho. Muchas veces incluso es menos.
Más allá de esto es posible que empecemos a perder el tiempo.
Contestar a sus preguntas aunque no tengan nada que ver con lo que estamos haciendo
Confieso que a veces es frustrante estar hablando con él de un tema y que de repente me pare para preguntar por algo que nada tiene que ver. Entonces empiezo a preguntarme si me estaba escuchando o cuánto tiempo hace que dejó de hacerlo.
No ocurre a menudo, pero he comprobado que lo mejor es contestarle y retomar a continuación la actividad con tranquilidad.
Si ignoramos esas preguntas para dirigir su atención al tema que sea, seguramente quedarán rondando en su cabeza y entonces la distracción sí que será ya casi segura.
Introducir sus intereses en las actividades de aprendizaje
Se trata de echarle imaginación para trabajar los conceptos usando temas que le interesen especialmente.
Si se siente emocionalmente implicado, la atención es mucho mayor.
Permitirle moverse cuando sea posible, que normalmente será casi siempre
Hay posturas en las que es imposible escribir bien, por poner un ejemplo, pero la mayoría de las veces se pueden hacer las cosas en distintos sitios de la casa, de pie, sentado, recostado en el sofá... Estos pequeños cambios evitan la monotonía.
La monotonía es una fiel compañera de la distracción.
Hacer atractivas las actividades
Hay tareas que son un completo rollazo, reconozcámoslo. Algunos niños serán capaces de atender incluso así, pero para otros será imposible.
Introducir juegos, teatros, actividades más dinámicas... ayudan mucho contra el aburrimiento.
El aburrimiento es otro fiel compañero de la distracción.
Variedad
Para trabajar un mismo tema se puede recurrir a diferentes actividades.
No hacer siempre lo mismo nos va muy bien.
Evitar las tareas que le disgustan
Hasta hace muy poco, mi hijo detestaba dibujar y colorear. Ahora le gusta bastante, pero sólo si es algo voluntario y espontáneo. Cuando es algo que tiene que hacer por obligación, lo rechaza.
Y resulta que bastantes ejercicios de los libros hay que resolverlos coloreando.
Yo lo evito. Hay muchas formas alternativas de resolver esos ejercicios: relacionando con flechas, marcando con algún símbolo, escribiendo o simplemente contestando oralmente.
En cada familia habrá algún contenido que crean imprescindible aunque al niño no le guste (para mí, por ejemplo, sería leer y escribir), pero otras cosas seguro que se pueden pasar por alto.
Establecer rutinas
Dentro de su tiempo de actividades programadas, saber qué tiene que hacer cada mañana, qué temas tocan, a qué hora comienza y termina... le da tranquilidad y le ayuda a concentrarse porque le proporciona organización.
Incluso aunque todo ese programa sea flexible y se pueda cambiar según las circunstancias.
Dejarle mucho tiempo libre para que pueda hacer lo que quiera o no hacer nada
Pero me refiero a tiempo libre de verdad, a tiempo vacío. Y aquí no cuentan las "extraescolares" ni aunque estén elegidas por él.
Tiempo para dedicarlo a soñar, imaginar o perderse en las nubes si le apetece.
Mi distraído hijo es un niño con mucha imaginación, ocurrente, soñador, curioso, preguntón de cosas fuera de lo común, con respuestas a veces poco convencionales, sorprendente, especial. Masha Allah.