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26 de junio de 2016

Cuentos por teléfono, de Gianni Rodari


Juanito Pierdedía era un gran viajero. 
Viaja que te viaja, llegó una vez a un pueblo en que las esquinas de las casas eran redondas y los techos no terminaban en punta, sino en una suave curva.
A lo largo de la calle corría un seto de rosas, y a Juanito se le ocurrió ponerse una en el ojal.
Mientras cortaba la rosa estaba muy atento para no pincharse con las espinas, pero en seguida se dio cuenta de que las espinas no pinchaban; no tenían punta y parecían de goma, y hacían cosquillas en la mano.

Esta es la lectura que tenemos en este momento: Cuentos por teléfono, de Gianni Rodari.

Es una colección de relatos breves de la que leemos uno cada día.
Son cuentos divertidos, sorprendentes, llenos de imaginación... estupendos para narrar luego sobre lo que hemos leído, dibujar lo que nos sugiere o inventar historias parecidas.
¿Os gustan los libros de cuentos?






23 de junio de 2016

Adornos egipcios

Hace ya semanas que terminamos el programa del curso y, aunque nunca se para de aprender, ahora el aprendizaje es de otra forma: sin horarios fijos, más espontáneo, mucho menos programado...
Vienen días, Insha Allah, de más salidas, de playa, de juegos con primos y vecinos que llegarán para pasar sus vacaciones, de viajes y de volver a encontrarnos con la familia.
Pero hay trabajos pendientes que me gustaría que quedasen terminados, poca cosa, lo justo para cerrar carpetas y archivadores.
También quisiera que este verano no falten los ratos de lectura, en árabe y en español.
Intentaré pasar por aquí de vez en cuando aunque a veces no haya mucho que contar.

Seguimos aprendiendo sobre el antiguo Egipto. B lleva días recortando y coloreando.
El brazalete está hecho con el tubo de cartón de un rollo de papel higiénico, cortado en vertical por un lado para que se pueda abrir y ponerse fácilmente (como un brazalete de verdad). Está pintado con témpera y decorado con una imagen típica pegada.
Los enlaces para el resto de manualidades podéis encontrarlos en esta entrada.








20 de junio de 2016

Cómo usamos la tabla del cien par favorecer el cálculo mental de sumas y restas

La tabla del cien es un material muy sencillo al que podemos dar muchos usos. Nosotros ya lo hemos utilizado, entre otras cosas, para presentar las tablas de multiplicar coloreando los patrones de cada una de ellas.
La podemos imprimir o hacerla a mano.

Sumar y restar en la tabla del cien implica moverse por ella en vertical (decenas) y/o en horizontal (unidades), sabiendo que cuando avanzamos estamos sumando y que para restar hay que retroceder en las casillas.
Es interesante que en esta forma de operar no hay llevadas. Si los niños siguen un programa escolar, seguramente tengan que aprender también la forma tradicional de hacer estos cálculos sobre papel; mi hijo sabe hacerlo de las dos formas, pero veo claramente que esta que compartimos hoy favorece mucho el cálculo mental.

Partimos de una serie de sumas y restas para resolver. Necesitamos, además de la tabla del cien, una ficha o pequeño objeto que iremos moviendo por las casillas.
En el ejemplo de las fotos, resolvemos 24+46.
Colocamos el muñequito en el primer sumando.


Ahora nos centramos en el segundo sumando.
¿Cuántas decenas tiene? Cuatro. Pues avanzamos cuatro casillas hacia abajo mientras nombramos los números por los que vamos pasando: 34, 44, 54, 64.
Me interesa mucho que B vaya haciendo esto, en voz alta o baja, porque es lo que luego tendrá que hacer cuando quiera calcular sin tener la tabla delante.
Bueno, habíamos llegado al 64 y avanzamos con el muñequito.


A continuación nos fijamos en las unidades del segundo sumando. ¿Cuántas hay? Seis. Pues avanzamos seis casillas en horizontal y vamos nombrando los números por los que pasamos: 65, 66, 67, 68, 69, 70.
Así llegamos al resultado de nuestra suma.


Las restas se resuelven de una forma similar, pero retrocedemos hacia arriba para las decenas y para las unidades retrocedemos en horizontal.
 
La idea es que, con el tiempo, el proceso esté tan automatizado que ya no haga falta la tabla del cien y pueda calcular mentalmente.
También quiero deciros que para solucionar estos cálculos no es imprescindible nombrar las casiilas por las que pasamos, lo importante es que los niños sepan moverse por la tabla y entender cuándo están moviéndose por las unidades o por las decenas.
Estamos usando números (incluídos los resultados) menores de 100, pero si queremos ampliar es fácil hacer una tabla parecida hasta el 200, el 300 o lo que queramos. Sólo hay que tener en cuenta que en cada fila tiene que haber diez casillas.

¿Tus niños usan ya la tabla del cien? ¿Nos das otras ideas para sacarle más provecho?


16 de junio de 2016

Lapbook de Ramadan


Dije que no íbamos a tener actividades programadas para Ramadan, pero mis hermanitas Ummu Asia y Ummu Yumna han hecho un trabajo tan bonito que no lo hemos dudado (qué Allah les recompense por ello).
Es un lapbook prediseñado, listo para imprimir, muy agradable de hacer porque casi todo el trabajo lo han hecho ellas. Sólo quedaba recortar, colorear y pegar.
Desde cualquiera de los dos enlaces anteriores se puede descargar el lapbook, que incluye los puntos más importantes a aprender sobre el mes de Ramadan.
Además diseñaron después un mini-libro de Lailatul Qadr (la Noche del Decreto) que nosotros hemos incluído también en el lapbook, para ello hemos adaptado un poco el material inicial, porque necesitábamos hacer sitio.
He incluído un recordatorio sobre el Aid al Fitr (la fiesta de final de Ramadan) y B ha decorado con flores prensadas los huecos vacíos.
El mini-libro se puede descargar desde aquí o desde aquí.








7 de junio de 2016

La importancia de inculcar buenas conductas


Esta es una parte de nuestro calendario de cuenta atrás para Ramadan. Lo que mi hijo va a ir haciendo es poner una pegatina sobre cada día que pase.
Pero además, en cada día se sugiere un buen acto para realizar. En este caso, él está libre de hacer o no lo que le proponen justo en ese día concreto. Lo que sí haremos es leerlo juntos y hablar de la importancia que tiene cada una de estas pequeñas acciones, que realmente cuestan muy poco esfuerzo hacer y tienen un valor muy grande.

No es que haya que sonreir a alguien porque "toca" según el calendario. Las sonrisas tienen que ser sinceras y espontáneas para no caer en la hipocresía. Pero sí creo que es fundamental llamar la atención de los niños sobre ello y hacerles pensar en todas las bondades que encierra cada acto y el trabajo personal para hacerlos formar parte de nuestra vida cotidiana.

Muchas veces he leído que basta con el ejemplo de los padres para conseguir niños con empatía y buen comportamiento hacia los demás.
Yo no lo creo así.
El ejemplo es fundamental, claro, pero solo no basta.
Hay niños con excelentes ejemplos de referencia que se comportan fatal en determinadas situaciones, quizá dejándose llevar por el grupo de niños en el que están, o a veces ellos solos. Esto indica que hace falta más que el ejemplo de los adultos.
Trabajar cada día para que ciertos actos se conviertan en habituales y para que los niños entiendan el beneficio que tiene para uno mismo y para los demás poner especial cuidado en estos detalles, es una responsabilidad nuestra. Porque hay cosas que si no se mencionan se pueden fácilmente pasar por alto, sobretodo si son cosas tan sencillas como adquirir el hábito de sonreir a las otras personas, ser amables, saludar, ayudar...
A todas se nos vendrán a la cabeza grandes acciones de ayuda a los demás: donar dinero, colaborar con asociaciones, irse a trabajar a otros lugares... Pero hay montones de actos que se pueden hacer cada día con muy poco esfuerzo y que debemos transmitir a los niños sin esperar y sin confiar que seguramente los aprenderán solos si les damos ejemplo, respeto y mucho amor.
Porque es posible que con eso sólo no baste y es una parte más de la educación y formación que les damos.

¿Estás de acuerdo?
Si es así, puedes contarme en los comentarios cómo inculcas en tus niños las buenas conductas hacia ellos mismos y hacia los demás.




4 de junio de 2016

Breve historia del mundo, de Ernst H. Gombrich


La semana tiene siete días. Se llaman..., ¡bueno, eso ya lo sabes! Pero, probablemente, no sabrás desde cuándo los días no van pasando uno tras otro, como pasaban para los hombres primitivos. Ni quién los reunió en semanas y les dio su nombre a cada uno. 
Eso no ocurrió en Egipto, sino en otro país donde también hacía calor. Y, en vez de un río, el Nilo, había incluso dos: el Eufrates y el Tigris. Por eso, aquel país se llama el país de los dos ríos.

El párrafo anterior pertenece al libro Breve historia del mundo, de Ernst H. Gombrich. Es el libro que estamos siguiendo en nuestro estudio de la historia.
Lo estamos siguiendo de forma adaptada, hay cosas que me salto o las cuento de otra forma cuando no estoy de acuerdo con el enfoque que da el libro o cuando son cuestiones que no son de nuestro interés.
Ya conté en esta entrada mi opinión sobre los libros de historia y su forma de contar ciertos acontecimientos.

Pero aclarado esto, tengo que decir que, en general, es una delicia de libro por su forma de narración.
Podría entrar perfectamente en lo que se conoce como libros vivos. Invita a imaginar y a querer seguir leyendo y averiguando más.
Lo encontré sin pretenderlo, cuando buscaba en internet información sobre otro libro de historia para niños que había visto recomendado en varios blogs. Y lo encontré completo en pdf.
No pongo el enlace porque no sé si está libre de derechos de autor.

Tomo este libro como guía para seguir un orden en las etapas que vamos estudiando, pero no es nuestra única referencia. Cada tema se completa con otras lecturas, material imprimible, vídeos y las actividades que van surgiendo.



1 de junio de 2016

Aprendizaje significativo: Manejo de monedas (un ejemplo)

Dinero plastificado que usamos en algunas actividades

Esto que voy a contar es sólo un ejemplo de lo que quiero decir.
El colegio al que iba mi hijo el año pasado tenía la mitad de la jornada en francés. Para el "área de francés" se seguía el modelo de Francia, con libros de texto y el programa escolar de allí.
Por eso, uno de los temas en matemáticas fue el manejo del euro.
Para nosotros no hubo problema porque mi hijo está acostumbrado a usar ambas monedas: dirhams y euros.
Pero para los otros niños... Yo me pregunto qué sentido tiene que unos niños aprendan a manejar una moneda que ninguno conoce y la mayoría de ellos no la verán jamás.

¿Por qué hay que hacer las cosas como si fuéramos robots programados que no piensan por sí mismos?
Se sigue el programa escolar de otro país al pie de la letra y nadie se plantea saltarse los temas que no vengan al caso o hacer las adaptaciones necesarias.
Las madres que acompañamos el aprendizaje de nuestros hijos desde casa lo hacemos con frecuencia, con muchos menos medios además. Adaptamos para nuestros hijos las actividades y los materiales. Vemos una actividad y la reproducimos cambiando lo que haga falta, aunque implique más trabajo para nosotras, con tal de hacerla significativa para nuestros niños.

Me podréis decir que da igual porque el funcionamiento de las monedas es similar para todas: todas tienen billetes y monedas, todas tienen piezas de céntimos y la moneda completa y en todas ellas 100 céntimos equivalen a una unidad de la moneda que sea.
Pero no es lo mismo.
En un sentido práctico, no se usan igual porque no tienen el mismo valor. Yo no puedo comprar las mismas cosas con 1 dirham que con 1 euro.
En sentido abstracto pueden ser iguales, pero en la práctica no. Y nosotras ya sabemos que las matemáticas primero tienen que ser concretas y luego abstractas para poderlas comprender bien.

Pero además el aprendizaje está conectado con las emociones y aprendemos mejor aquello que nos importa, lo que tiene un significado para nosotros y sentimos que nos sirve para algo.

He puesto este ejemplo, real y claramente absurdo. Pero podríamos incluir aquí muchas cosas que a nuestros hijos les presentan para que aprendan y que para ellos son ajenas, ni tienen sentido ni son útiles ni significan nada.
Es un gusto ver cómo fluye el aprendizaje cuando los niños se sienten involucrados en lo que aprenden. Seguro que es más trabajo hacer todas esas adaptaciones, pero sin duda merece la pena.