Ayer pasamos la mañana en el Museo de Paleontología de Castilla - La Mancha (en Cuenca).
Fue una visita muy agradable en la que disfrutamos tanto del museo por dentro como por fuera.
El MUPA recoge restos paleontológicos de yacimientos de Cuenca y del resto de provincias de Castilla - La Mancha que abarcan los últimos 550 millones de años de historia de la Tierra y que se distribuyen a lo largo de diez salas que pudimos ver muy a gusto porque, por ser día de diario, no había demasiada gente.
Las salas están ordenadas según las distintas eras de la historia
terrestre, con mapas muy útiles. Casi me emociono cuando B reconoció
Pangea en un mapa y se acordó de la deriva de los continentes que vimos
hace tiempo. Es un gusto ver que hay cosas que no caen en el olvido.
Algunas de las muestras son recreaciones muy logradas, pero la mayoría son piezas auténticas que nos permitieron aprender bastante y muchas veces asombrarnos de sus grandes dimensiones.
Echamos de menos poder llevarnos algunos folletos informativos a casa, pero por las medidas ante la pandemia el contacto físico es el mínimo posible e incluso se han suspendido los talleres y las visitas guiadas. Pero a cambio tenemos la entrada gratis hasta final de año.
Si se quiere, en su página web hay mucha información disponible y varios imprimibles para descargar.
Nosotros aprovechamos la visita al máximo por nuestra cuenta porque continuamente hay carteles y audiovisuales que nos lo explican todo.
En los alrededores del museo se ha recreado un parque temático con maquetas de diferentes especies que encantan a niños y a mayores y que casi te obligan a no parar de hacer fotos. Todo ello con el añadido de unas preciosas vistas de la ciudad de las que se puede disfrutar descansando en un banco que dice ser el segundo más bonito del mundo.
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