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20 de octubre de 2019

¿Cómo saber si está preparado o no?


Ya he comentado muchas veces que nosotros seguimos el programa escolar para lengua y matemáticas, el programa del curso que a B le correspondería por edad.
Esto no quiere decir que siempre lo sigamos al pie de la letra, ya que una de las ventajas y beneficios del homeschooling es poder adaptar los contenidos a cada niño, a sus capacidades, su forma de aprender, sus intereses, su madurez, etc.
Estos programas nos sirven como guías, pero no somos esclavos de ellos.

Puede ocurrir que algún tema lo pasemos con rapidez porque es algo que B ya sabe o que aprende muy fácilmente y tampoco tiene mucho sentido dedicarle más tiempo.
Pero también puede pasar lo contrario.
El tiempo que dedicamos a cada tema o concepto del programa es relativo y no siempre es igual para cada cosa. El ritmo lo marca mi hijo. 
 
Si es necesario dedicar mucho tiempo a un tema y eso hace que se nos descuadren los meses y lleguemos al verano sin haber cumplido todo el programa, no pasa nada. Por eso decía que no somos esclavos de ese programa porque lo importante es lo que se aprendió y quedó interiorizado de verdad. Para el resto ya habrá tiempo. Además casi los mismos contenidos se van repitiendo en todos los cursos, así es que tampoco hay mucho problema.
 
¿Pero cómo decidir cuánto tiempo le dedicamos a los conceptos que cuestan más?
¿Cómo saber si algo necesita más tiempo o es que el niño aun no está preparado para ello?
 
Lo que yo hago es observar a mi hijo y observar lo que ocurre cada día.
 
Procuro presentar las actividades de una manera atractiva, introduciendo juegos, manipulativos, etc.
Si veo que le cuesta entender algo, dedicamos tantos días como haga falta. Si van pasando los días y no veo avance, me planteo cambiar el enfoque o los materiales.
Y si a pesar de todo seguimos sin avanzar, entonces decido que no es su momento y lo dejamos.
 
No tengo ningún problema en "aparcar" temas que veo que no consigue entender porque he comprobado a lo largo de los años que cuando llega el momento adecuado las cosas se aprenden con mucha facilidad, sin agobios, sin nervios, sin disgustos y sin enfados.
Me niego al aprendizaje acompañado de malos sentimientos. Y como alguna vez nos ha ocurrido así (no soy perfecta), esto me sirve después para reflexionar y rectificar.
 
Esto no quiere decir que hay que rendirse a la mínima dificultad. Como escribía antes, si algo no funciona procuro hacer cambios.
Pero si a pesar de los cambios no hay avance, entonces lo dejamos y esperamos a que llegue una mejor ocasión.
 
Tampoco esto quiere decir que un tema hay que abandonarlo por completo.
Puede que simplemente haya que bajar el nivel y quedarnos en la etapa de introducción del concepto que sea, sin profundizar más de lo que se puede, pero aprovechando para sentar las bases y avanzar en lo que cada niño (en este caso mi hijo) esté preparado.






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